Es un sueño hecho realidad. Ahora pertenezco a un grupo marginado
por la sociedad, después de ser por tanto años un insípido ciudadano del común,
ahora pertenezco a un grupo marginado y rebelde: los gordos. Y no es que hasta
ahora sea gordo, es que hasta ahora me doy cuenta de que pertenezco a una
especia de secta que está acabando con el mundo.
Últimamente me siento como en una película de Zombies donde
corro con una escopeta en la mano y me encuentro en el camino con vendedores de
Herbalife, nutricionistas, panaderos o cocineros de hamburguesas que me quieren
depredar.
Hace unos días me llamaron de una clínica especializada en cirugía
bariatrica. Amablemente me ofrecieron sus servicios un psicólogo (no creo que
fuera muy bueno porque a los dos minutos de estar hablando ya me dijo que sin lugar a
dudas era apto) un cirujano y un abogado que se encargaría de la demanda a la
empresa de salud para que me aprobaran la cirugía. Resultados garantizados. En
otras palabras: Ya padezco una condición que hace necesario que recurra a un pool
de personajes siniestros para poder ser sobrellevada, como cuando Al Capone
llamaba a sus abogados.
En este mundo de flacos con calzoncillos de Calvin Klein ahora
yo soy un apátrida seguidor del culto diabólico a Kung Fu Panda o emulo de
Peter Griffin. Que cosa tan terrible y emocionante a la vez. Eso me pone en la necesidad de evaluar
los pros y los contras de mi despreciable condición
A favor. Presunción de ser buena papa: No hay gordos malos,
todos los gordos tienen fama de bonachones. Los niños regordetes son queridísimos,
los flaquitos y enteleridos se la pasan en el pediatra con un termómetro en el
trasero. En las películas generalmente los regordetes son buenos (salvo el
gordito maluco de Jurassic park que se robó los huevitos de Dinosaurio). Es
gordo papa Noel, es gordo Barney (aunque lastimosamente creo que también es
marica). Uno no imagina raponeros gordos, por ejemplo.
Contra. Hito cartográfico: “señor, ¿Dónde queda la floristería?.
Mire allá, allí donde está el gordito… si lo ve?”,”…señora, ¿me puede decir que
es lo que está comiendo el gordito?”
Contra. Ser target: ¿Han visto cuantas propagandas hay que ven a los gordos como mercado objetivo? Desde Jorge Hané con una barriga hecha de manteca hasta fajas, elípticas, ungüentos, pomadas, masajes…..la lista no acaba nunca y solo es superada por la lista de quienes venden cosas para engordar (McDonalds, Coca Cola, Postobón, Kokoriko, Dunkin Donuts y mil mas). Hasta cuando uno pasa al frente de una panadería oye como sube el tono de la vendedora que grita a todo pulmón “…salió el pan de mil calientico”. Los que dan degustaciones gratis en los supermercados te persiguen son un pedazo de salchicha engarzada en un palillo y te dicen con voz meliflua “le ofrezco la degustación de nuestra nueva salchicha sin carne, solo químicos”
A favor: Los bolsillos de los pantalones son fabulosos. Cabe
un ipad con estuche y todo. Caben la billetera, dos celulares, las llaves de tres
carros.
Mala cosa: presunción de problemas gástricos. Si un gordo está en un grupo de gente y de repente huele como a que alguien soltó un gas, todos pensarán que el gordo fue el culpable. De hecho incluso el gordo lo pensará por un momento.
Ya le he dicho a los dos o tres que leen este blog que
admiro a Buda. Y ahora que lo pienso admiro otra cosa más de él. Es el único gordo
que conozco que puede sentarse en posición de flor de loto. ¿cómo hará?