La pobreza me garantizó una adolescencia alejado de las
modas. Una a una vi pasar por mi lado
con la boca llena de babas las modas de los zapatos Miami Vice, los apaches de
colores, las camisa de rayas verticales de varios colores, las Nike borrador o
cualquier otra moda que haya pasado en la época. No, yo estaba firme con mis
zapatos Croydon y pantalones Caribú.
Las únicas modas en la que estuve a la vanguardia, y de
hecho creo haber sido pionero, fue en las que tuvieran que ver con el
deterioro: tener los pantalones rotos, o los zapatos sucios por ejemplo. Pero
las modas nacidas en la pobreza nacen muertas.
Los adolescentes claman por ser diferentes, haciendo todos lo
mismo, así que cualquiera que está fuera de la movida del momento, simplemente
poniendo algo de actitud convierte su falta en una diferenciación, y como diría mi esposa frente a la diferenciación:
el perrito que consigue casa es el que se para primero.
El problema grave es cuando estas out y tienes actitud de estarlo:
eso te convierte en el perrito que queda al final y que regalarán a un restaurante
chino llamado “El Gran Can”.
Aunque sorteé mi adolescencia con el orgullo intacto, no
puedo dejar de sentir que estaba en el lugar correcto pero en el momento
equivocado. Como alguien condenado a llegar siempre cinco minutos tarde al
paradero del autobús.
Por eso, como mi contribución a las ciencias de la salud me
permito definir hoy una patología que acabo de bautizar como síndrome tampax,
quienes la padecen poseen la extraña habilidad de estar en el mejor lugar en el
peor momento. La verdad el nombre no me tomó mucho tiempo, y explica
sobradamente el asunto.
Veo al menos tres tipos de variantes del síndrome Tampax:
- Fruto del azar: simplemente alguien arriba no te quiere y te figuró. Coloquialmente: estás cagado con el agua lejos.
- Por culpa de terceros: puede ser que alguien te haga vudú y te esté chuzando el muñeco para que te jodas. O puede que te pase a lo de los buenos de las telenovelas, que alguien contrata a un actor exclusivamente para que les joda la vida.
- Auto infligido: Tu propia estupidez te pone en posiciones surrealistas.
Quisiera citar algunos ejemplos:
- Un vecino que se acerca a un velorio en una casa y en plena entrada saluda a todos los deudos en voz alta diciendo “¿con que de mucho muerto, no?” mientras pone cara de picardía.
- Una pareja en un motel está en pleno ejercicio de fornicación. Se desprende el ventilador del techo y cae en la espalda del amante que debe ser entregado a su esposa con un golpe severo en la columna.
- Un ebrio toma una moto sin papeles, se mete en contravía por una calle y atropella a un guarda de tránsito.
- El presidente Santos se sube en una tarima y se orina, se monta en una bicicleta y se cae.
¿Se puede curar el síndrome tampax? No se. Y no lo se por
que me lo acabo de inventar. Pero lo que si es que el tema es de actitud: si
igual va a quedar mal hágalo con estilo. Eso no elimina la mala pata, pero la
hace intrascendente, o al menos jocosa.
Al menos en ese tema los hombres le vamos ganando a las
mujeres. Por su obsesión por los detalles a las mujeres les cuesta hacer el oso
con estilo. Piense que a una fiesta llegan dos personas exactamente vestidas. Si
son dos hombres, con toda seguridad terminan de amigos y al final de la fiesta
hacen coreografías mientras dicen que trabajan en la misma orquesta. Si son dos
mujeres seguramente salen corriendo de la fiesta echándole la madre al que les
vendió el vestido.
Alguien le bajó la pantaloneta de baño en un paseo familiar:
no se tape ni se apene. Salga corriendo empeloto detrás del que lo hizo. La
pena es la misma, pero usted no se rajó. Cierto: va a quedar con cierta fama de
violador de mangón, pero en tal caso nadie dirá que usted no sobrevivió al
Síndrome tampax.