viernes, 12 de diciembre de 2014

Foto Aleta

Hace un tiempo me tocó asistir a la inauguración de una tienda de decoración, a la cual fueron invitados, para resumirlo, dos grupos de personas: posibles clientes, gente de clase alta o un poco más; y un grupo pequeño de personas que tuvimos algo que ver con la construcción de la tienda, todos obviamente, de la base de la pirámide, e incluso de los drenajes de la misma.

No habían pasado 10 minutos desde nuestra llegada al evento y los básicos ya estábamos agrupados en una esquina del sitio hablando entre nosotros. Algo incómodos por haber desempolvado el pantalón y los zapatos del matrimonio, nuestro primer instinto fue aglutinarnos en una esquina como si nos fueran a capturar por algo. Imagino que desde fuera se oía nuestra conversación como un concierto para delinquir.

Los clientes potenciales de la tienda se movían con soltura por todos los espacios con una copa de vino en la mano y se relacionaban entre ellos de manera natural, el típico murmullo de coctel con una música de piano se oía en el fondo.

Y en esto concluyo una cosa: los pobres venimos totalmente programados para formar guetos ruidosos con alta densidad de población, y con apariencia de conspiradores.

Cualquiera puede sugerir que entonces si no quiere pasar por pobre muévase del gueto a otro sitio. No funciona. Yo lo intenté, me moví a otro sitio y a los 5 minutos el gueto se había movido a donde yo estaba. Primero arrimó un amigo y me dijo: ”¿y usted a que se vino acá?” y se puso a hablar conmigo, luego el siguiente arrimó: ”¿y ustedes de que hablan?” . Del cuarto en adelante todos dijeron “ ¿andan escondidos acá no?“. Mire en una ciudad, cuando un pobre se muda de barrio por creerse de mejor familia, muy pronto varios de sus vecinos se mudarán a su lado en la nueva sede del gueto.

El caso más dramático de todos fue el de las fotos. Un fotógrafo de sociales de un periódico local asistió a la inauguración y recorrió toda la tienda fotografiando a los asistentes para sacar a final dos o tres fotos que se publicarían del evento. Cuando llegó al gueto a tomarnos una foto lo primero que hicimos fue amontonarnos y poner los brazos en los hombros del vecino. Error. Así no se sale en las fotos sociales.

El fotógrafo nos dijo: “sepárense, no se abracen, no se amontonen, sonrían levemente”. Luego: “no se hagan tan lejos, no pongan cara de serios, usted no se acuclille “. Luego de un largo rato logró tomar una foto que con toda seguridad borró apenas salió del gueto.

Fuera del gueto los otros asistentes se juntaban naturalmente y cumplían todas las reglas planteadas por el fotógrafo sin tener que explicárselas. Cada foto duraba máximo medio minuto, en lugar de los diez que duró la malograda foto del gueto.

Mi teoría es que los pobres venimos programados para tres tipos de fotos, que a su vez se separan en dos grupos diferentemente influenciados: con y sin influencia del reggaeton. Si la foto lleva influencia del reggaeton es igual que la otra, pero todo mundo usa cachuchas mal instaladas en la cabeza, gafas chinas que quieren ser Ray Ban, y tiene actitud de atracador de esquina marginal, que muestra su mano empuñada con dos dedos levantados imagino que invocando al maligno.

La foto de montonera o de equipo de futbol. En lugar de que el fotógrafo se corra hacia atrás la gente opta por amontonarse y normalmente las cabezas de los del gueto se inclinan hacia un lado, para que si no sale la barriga al menos salga la cara del paciente.




La foto legal: cárcel o cedula. Uno queda con cara de puto. No vale si es bonito o feo, uno queda como si fuera una huella digital con ojos. Mira absorto, con cara de drogo y con un gesto del que quiere matar a la suegra con un mal de ojo.




La foto individual o coqueta. También se separa con y sin reggaetón. Pero en general se trata de una foto muy improvisada en la que salen de fondo las señas de su estrato socio económico (cortinas, tendederos, paredes en obra negra, o en el mejor de los casos el gobelino de los perros jugando póker). Esta foto tiene por objeto seducir a alguien, con una pose que incita el deseo.


La pobreza en esto se parece a una adicción: inicia por la negación. Hágase estas preguntas:
·         ¿Usted ha arreglado las extensiones de navidad del año pasado con bombillos que saca de otras extensiones, hasta lograr una extensión frankestein que alumbra con estertores arrítmicos?
·         ¿Usted ha hecho o vio hacer bolas de jabón azul que se guardan para cosas como lavar traperos?
·         ¿Tiene una bolsa que como una nave nodriza guarda otras bolsas adentro, que a su vez guarda más bolsas adentro, que sirven para evitar comprar bolsas para la basura?
·         ¿Uso ropa de sus hermanos  o primos cuando era pequeño? ¿aun la usa hoy?


Si su respuesta es si, le  garantizo que usted tiene fotos de los estilos arriba mencionados en su álbum. Búsquelas, no se avergüence, hace poco leí que si uno no logra encontrar en su familia a una sola oveja negra lo más probable es que uno sea la oveja negra de la familia.