sábado, 2 de agosto de 2014

El defensor del Arsenal



Para pagar mi universidad tuve infinidad de trabajos: encuestador, dibujante arquitectónico, pintor de murales, repartidor de almuerzos, programador de software y ayudante de sastre (o planchaor para que suene gitano) fueron algunos de ellos. El más pintoresco de todos me pagó cuatro semestres de universidad y el nombre de cargo más aproximado hoy sería el de Auxiliar de Prostíbulo.

Era la primera parte  de los años 90 y en medio del florecimiento de los comerciantes de alto riesgo el dueño de una discoteca de medio pelo decidió que al negocio había que meterle algo más enganchador, así que le puso niñas ligeramente vestidas que tres o cuatro veces por noche hacían shows de striptease y adicionalmente para los interesados podrían prestar sus servicios sexuales en un cuarto en un rincón, que era una pocilga cobrada a costo de Suite del Sheraton.

Ese cuarto era el eje del sitio: allí fornicaban con los clientes, allí se cambiaban antes y después de los stripteases, y (este es un secreto solo revelado hasta hoy y conocido solo por un cerrado circulo de 50 personas) allí quedaba la caja fuerte del negocio donde varias veces por noche se guardaba el dinero de la venta. Allí junto a la caja fuerte quedaba el arsenal.

El arsenal constaba de cinco consoladores de goma de diversas formas y tamaños. Particularmente había uno que parecía en forma y tamaño a la pata de un butaco. Dejé de trabajar allá y nunca vi que nadie lo usara. Yo esparcí el rumor que la última mujer que lo había usado había muerto, y que cuando la discoteca estaba cerrada en el cuarto se oían sus gemidos.  Tal vez esa fuera la causa.

Estos negocios tienen su propuesta de valor basada en tres cosas:
  • ·         Alcohol, a raudales, así se embellece lo que sea.
  • ·         Oscuridad que impide ver los detalles
  • ·         El exceso de maquillaje  y perfumes

La saturación que la combinación de estas tres cosas logra en los sentidos hace que una especie de Pokemón en chanclas que llega a las 8pm al negocio se convierta en una belleza a lo Taliana Vargas y de ahí en adelante usted como cliente está llevado y condenado a amanecer dormido junto a la señora de Chucky.

Mis funciones eran las siguientes:
  • ·         Manejaba las llaves del cuarto. Por tanto, salvo las fornicaciones, yo debía permanecer allí mientras alguien estuviera usándolo. En las fornicaciones lo que tocaba hacer era que al salir el usuario yo debía entrar corriendo y validar que lo único que no hubieran violado fuera la caja fuerte.
  • ·         Era barman de un sitio que solo vendía aguardiente y vino de manzana. Así que mi conocimiento de cócteles era nulo. Lo más aproximado a un coctel que hacía era recoger cuidadosamente todos los sobrados de aguardiente que quedaban para al final de la noche tener una botella completa, que vendía en efectivo al primer ebrio que lo necesitara. Si, lo sé, es un crimen, es cochino, pero pagó mi universidad.
  • ·         Era escolta de desnudista, me explico: cuando una de las muchachas iba a hacer su show me tocaba acompañarla al único cuarto del sitio para que se pusiera su atuendo artístico, para que eligiera del arsenal el aparato con el cual iba a hacer su show y finalmente la llevaba hasta la pista. Durante el show vigilaba que nadie fuese a propasarse con la artista en ejercicio, y al finalizar el show me tocaba envolver a la dama en una toalla y conducirla al cuarto donde debía ducharse y volver a salir en traje de romance. Recibía de nuevo el aparato y lo guardaba en el arsenal.
  • ·         Asesoraba en los clientes en la escogencia de la chica de sus sueños. Esto funcionaba como cuando en un asadero el mesero le pregunta “¿su carne en que término la desea?” y cuando el mesero llega a la barra no le dice a nadie nada y usted recibe siempre la carne como caiga. “Hermano, decían los borrachos,  consígame una vieja bien buena que me acompañe aquí y le doy su propinita”. Yo me arrimaba al sitio donde estaban los Pokemones esperando llamado y le decía a cualquiera que se acercara a la mesa. Siempre obtuve propina por tan buena escogencia, y cuando más me daban propina era cuando les llevaba los gurres mas horrorosos. El azar apoya la desidia.

El show en si mismo era una rutina simple. Era en la pista o en el tubo. Un disco que normalmente uno de Alejandra Guzman donde decía que estaba loca o Dur Dur D'étre Un Bébé de Jordy*. Nunca entendí por que eran estos discos y no otros, nunca supe quien los eligió o por que. Pero funcionaban y así se quedaron. Lejos de la sofisticación de Leave your hat on o algo así…..

Luego venia la función con la elección del arsenal, debidamente recubierto, que causaba asombro y recalentamiento en la clientela. Vale la pena aclarar que eran los 90, es decir, los juguetes sexuales eran cosa mitológicas que gente traía de otras partes, como el que tiene una Matrioska en la sala de la casa. No como hoy que los consoladores salen en los corn flakes y uno le regala a la suegra de cumpleaños. Y las hijas de 15 años piden uno en lugar de una fiesta con vestido rosa.

Recuerdo mucho al DJ del sitio. Era defensor de la marihuana para fines no medicinales, entraba en “flow” con la gente y ponía muy buena música. Eso si, era un cuadrúpedo al hablar. Recuerdo bien una vez en que dijo esto: “Señoras y señores, ahora nuestras lindas chicas van a salir a la pista y les van a deleitar con una hermosa ecografía” y otra vez: “..aqui les pongo el éxito de Tito “Ahora contigo” por que sintigo yo soy nada”

Mis primeras dos o tres semanas en el cargo fueron muy duras, literalmente. Yo, universitario inocentón, viendo tres stripteases por noche me hallé de pronto en el paraíso del morbo con un sistema circulatorio que trabajaba a la perfección. Luego uno se acostumbra y ya finalmente se queda dormido mientras hacen los shows, o aprovechaba para hacer tareas de la universidad. No fueron pocos los trabajos de resistencia de materiales que me tocó preparar durante stripteases. Supongo que resolver un ejercicio de ingeniería mientras ocurre un striptease en una discoteca habla mucho de mi poder de concentración.  

Cuando tenga hijos y a esos hijos tenga que contarles esos cuentos con pretensión de parábolas que le cuentan a uno sus papás, con la intención de guiarlos por el buen camino, me va a tocar pensar como disfrazar esto de tal manera que me salga como el Cirqué du Soleil.


*Jordy era un niñito francés de 4 años que salía haciendo Playback, y la letra del disco decía algo así como “que duro es ser bebé”. Hoy, supongo, debe ser un veinteañero adicto a algo y con papás que lo dejaron en la quiebra. https://www.youtube.com/watch?v=poDszZmN9pU

Ahh y esto es una Matrioska



No hay comentarios:

Publicar un comentario